Lienzos de nieve o hielo pintados, como si de un carboncillo se tratara, por las rocas, el suelo o la hierba. La niebla o un rayo de sol completan el paisaje, no hay nada mas. Al fin y al cabo el carboncillo no sabe pintar espectaculares cielos de colores o bosques otoñales, se tiene que conformar con trabajar la expresividad mediante la geometría, el contraste (o la ausencia del mismo) y la creación de atmósferas.